Los apocalípticos de la ciencia vaticinan que llegará un día en el que ningún récord de atletismo y natación podrá ser batido. Según sus estudios, las disciplinas regidas por el cronómetro y la cinta métrica se están empezando a chocar contra los límites físicos y fisiológicos del cuerpo. Estos deportes han experimentado una progresión más grande en sus marcas durante los últimos cincuenta años que la propia evolución biológica del ser humano, lo que provoca que muchos de sus récords estén estancados en cifras que llevan décadas sin superarse.
Las predicciones agoreras de colapso plusmarquista no son muy homogéneas y presentan ciertas divergencias. La más categórica y extrema es la de la Escuela de Políticas Públicas de Corea del Sur, que publicó un estudio en 2012 donde afirmaba que en un plazo de 10 años (contado desde la publicación), el ser humano habría alcanzado su límite de marcas en el atletismo y la natación. No está mal para empezar.

Al menos el Instituto Nacional del Deporte de Francia (INSEP), con el doctor Geoffroy Berthelot a la cabeza, nos da un poco más de margen. Del total de 147 pruebas, pertenecientes a 5 disciplinas (patinaje, ciclismo en pista, atletismo, natación y halterofilia) que han estudiado, predicen que la mitad de ellas tendrán una progresión despreciable y minúscula en 2027. Lo bueno es que no la niegan.
¿Qué quieren decir con despreciable? ¿Que no se batirán récords del mundo cada vez que haya un campeonato continental, un mundial o unos Juegos Olímpicos? Para los que seguimos esperando a que alguien supere los 8,95 de Mike Powell tampoco es un drama. 25 años se llevan bien.
No obstante, lo que debería preocuparnos es la segunda parte de sus estudios, que realizan junto a Stephane Len, del IRMES (siglas en inglés del Instituto de Investigación Biomédica y Epidemiológica del Deporte de Francia). Sitúan en 2068 una frontera en la que el 90% de los esos récords serán inamovibles.
EL CRECIMIENTO INFINITO COMO MODELO DEPORTIVO
A pesar de lo relativo que es todo este asunto, sería un error quedarse en la superficie y matar al mensajero a la mínima oportunidad. Cuando un récord mundial como el de salto de longitud, por poner un ejemplo, solo se ha batido UNA VEZ en los últimos 48 años…pues agua lleva.Por eso no es descabellado cuestionar la inocente concepción del crecemiento infinito en el rendimiento deportivo. No hablamos de un coche o un avión. Se trata de cuerpos humanos que tienen límites físicos y biológicos.

El hematocrito (número de glóbulos rojos en la sangre por unidad de volumen) es uno de esos límites. Es un factor determinante en las pruebas de componente aeróbico pero no puede alcanzar un valor superior al 55 % sin poner en riesgo la vida del deportista. Y la resistencia de las estructuras tendinosas podría ser otro tope. El tendón rotuliano y el de aquiles son los dos más grandes del cuerpo humano e intervienen en todo sprint y salto. Pueden llegar a soportar cargas de tres toneladas de fuerza en un salto de longitud o triple salto, pero no dejan de ser un tejido biológico con unas propiedades mecánicas limitantes y por encima de las cuales…simplemente se rompe (se estima en 4000 newtons de fuerza el límite de ruptura del de aquiles).
Lo curioso de todo esto es que las predicciones y vaticinios son consustanciales a nuestra naturaleza. Y el deporte nunca ha estado exento. El récord de la milla es una muestra clara de ello. «En los años 40 y 50, muchos consideraban que era teóricamente imposible correr una milla (1.609 km) en menos de cuatro minutos. Algunos en aquel momento predecían que los pulmones explotarían si se sometían a ese esfuerzo», cuenta Steve Haake, de la Universidad de Sheffield. Hasta que Roger Bannister lo logró en 1954. Y hoy el récord del mundo está en 3 minutos, 43 segundos y 13 centésimas, más de un 7% por debajo de la fatalista predicción.
Quizá no se pueda comparar la metodología científica o la capacidad de análisis y registro de datos actual con la disponible en aquella época, pero sí es una muestra de las paradojas que la ciencia nos ofrece. Y es que auque al menos reconozcamos que el futuro no se puede predecir, quizá tampoco se pueda ni estimar. Y si no, atentos a la prueba de 100 metros lisos en los próximos Juegos Olímpicos.
(…continuará)
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