El último récord (II)

Como decíamos en el anterior post, los márgenes de mejora en las plusmarcas deportivas cada vez son menores aparentemente. Tanto que incluso algunos se atreven a predecir cuándo dejarán de existir récords en las principales disciplinas deportivas. Sin embargo, en Río (¿solo?) se han batido 3 récords del mundo de atletismo, 7 de natación, 3 de ciclismo en pista y 5 de halterofilia. 18 sobre un total de 104 pruebas en esas 4 disciplinas, dato que quizá para otros signifique que el fin aún está muy lejos.

Mi humilde opinión es que el papel de los deportistas profesionales no debe ser otro que el de desautorizar esos vaticinios y reclamar su cualidad de ciencia no exacta, lo excepcional de la naturaleza y el cuerpo humano, que no entiende de fórmulas, funciones o desviaciones estándar.

El equipo estadounidense de 4x100 femenino celebra su récord del mundo en Londres 2012. Fuente: www.bbc.com
El equipo estadounidense de 4×100 femenino celebra su récord del mundo en Londres 2012 | http://www.bbc.com

Bien es cierto que hay datos que no se pueden obviar y que son los que llevan a los científicos a sistematizar las cifras y buscar conclusiones numéricas:

  • En atletismo, el 40% de los récords vigentes (masculinos y femeninos, a cubierto y al aire libre) está conseguido antes del año 2000.
  • En natación, 26 de los 86 récords mundiales (más del 20%) permanecen imbatidos desde 2009, año de los llamados bañadores mágicos.

Sin ánimo de desautorizar investigaciones científicas, me pregunto en voz alta por ciertas cuestiones que no sé hasta qué punto pueden estar reflejadas en los estudios de Berthelot y la Escuela de Políticas Públicas de Corea del Sur, quienes han analizado las curvas de progresión de las marcas de cada prueba desde 1896. Aunque no deja de ser una opinión personal, pienso que hay cierta contaminación en esa evolución de los récords que no sé cómo podría «limpiarse»:

  1. Por un lado está el desfase entre la profesionalización de los diferentes deportes analizados, así como el salto cuantitativo que seguramente tuvo en el rendimiento de las diferentes disciplinas. Como dice Jordan Santos en su artículo ¿Ha llegado el ser humano a su límite?, el cuerpo de un lanzador de peso apenas se diferenciaba del de un nadador o un velocista en los inicios del olimpismo moderno.
  2. La intervención tecnológica ha provocado saltos en los registros imposibles de obviar. Como los Juegos Olímpicos de México 68, que fueron los primeros en los que la pista de tartán sustituyó a las clásicas de ceniza y marcó su popularización. También se usaron por primera vez colchonetas en pértiga y altura, pértigas de fibra de vidrio y cronometraje electrónico en las carreras. Para quien no lo sepa, se batieron nada menos que…22 récords mundiales en las pruebas atléticas.
  3. Y por último el doping. Sobre todo en atletismo, donde la cantidad de récords que siguen en manos de deportistas del antiguo bloque comunista (o de EEUU, intenso rival en la guerra fría deportiva) saca los colores a cualquiera. Sin duda, la década de los años 80 fue un capítulo oscuro en el registro de plusmarcas deportivas y aunque muchas fueron batidas, otras tardaron muchos años en serlo.
Almaz Ayana posa en Río 2016 junto a su récord del mundo | www.bbc.com
Almaz Ayana posa en Río 2016 junto a su récord del mundo | http://www.bbc.com

PROGRESIÓN DESPRECIABLE Y MINÚSCULA…SIN FIN

¿A dónde nos lleva esta digresión? Pues supongo que a cuestionar los sensacionalismos en los titulares o en las investigaciones, a posicionarse en uno u otro bando. ¿Se puede quedar el deporte sin margen para el crecimiento o no?
Después de toda la información que he leído, me parece que la expresión que Geoffrey Berthelot usa para calificar su estimación del año 2027 es la más acertada para este dilema: «Habrá una progresión despreciable y minúscula en los récords». A lo que yo añadiría que quizá eso es lo que ya estamos viviendo en muchas pruebas. Y creo que será a lo que nos tendremos que acostumbrar.

Y básicamente lo creo por algo que él mismo dice en su estudio:
“En términos demográficos y estadísticos, según crece la población, lo hace también la posibilidad de que surjan personas con genes excepcionales para la competición». Estadísticamente hablando, algún beneficio debe tener triplicar la población mundial (de los 3000 millones en la década de los 60 a los más de 9000 millones estimados para 2050 por la ONU). Así, cada vez sería mayor la probabilidad matemática de que aparecieran personas «elegidas», seres únicos e irrepetibles, caprichos de la genética y la naturaleza que fueran los únicos capaces de batir las marcas cada vez más imposibles que se vayan estableciendo.

Foto CV círculoJesús F. Lorences, Oviedo, Asturias (1978). Licenciado en Educación Física y en Comunicación Audiovisual. Máster en Comunicación y Periodismo Deportivo del Grupo Unidad Editorial.

Escribiendo…

 

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